miércoles, 29 de febrero de 2012

Dos Ángeles

No tengo sólo un Ángel
con ala estremecida:
me mecen como al mar
mecen las dos orillas
el Ángel que da el gozo
y el que da la agonía,
el de alas tremolantes
y el de las alas fijas.

Yo sé, cuando amanece,
cuál va a regirme el día,
si el de color de llama
o el color de ceniza,
y me les doy como alga
a la ola, contrita.

Sólo una vez volaron
con las alas unidas:
el día del amor,
el de la Epifanía.

¡Se juntaron en una
sus alas enemigas
y anudaron el nudo
de la muerte y la vida!

Gabriela Mistral

lunes, 27 de febrero de 2012

Cazador de Estrellas

Cuenta una Historia de Amor
que encontré en un libro sin autor
que el joven criado de un Rey
de la Princesa se enamoró,
pero él no tenía nada que ofrecer a esa mujer.
Sin un castillo no la podía tener.
No podía ser ese su fin.
Frente a cada atardecer
el joven pensaba cómo hacer
para un castillo tener
y a la Princesa poder querer
hasta que al fin el muchacho decidió,
con mucho honor,
cazar estrellas para su gran amor.
Era mejor para los dos.
Y envidia la Luna al joven soñador,
que pretende estrellas cazar.
Como quién sigue un sueño lo quería intentar.
Por probar no perdía nada más.
En un libro halló un conjuro que
podía hacer a las estrellas llover
y lo conjuró. Frente al cielo vió
cómo la primera de ellas cayó.
Y llovieron estrellas que al horizonte van.
Con un saco el muchacho marchó
para así construir un Castillo a su amor
con la luz más bonita que encontró.
Cuentan que en cada ocasión
que llueven estrellas del cielo
es que el joven soñador
conjura el hechizo que aprendió.
Cuando amanece con suerte puedes ver
en el horizonte el Castillo a medio hacer.

"Stop Motion"

martes, 21 de febrero de 2012

Escrito con Tinta Verde

La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.

Deja que mis palabras, oh blanca, desciendan y te cubran
como una lluvia de hojas a un campo de nieve,
como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.

Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.

Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira al cielo y su verde tatuaje de estrellas.

Octavio Paz

miércoles, 15 de febrero de 2012

Otoño

En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.

Octavio Paz

sábado, 11 de febrero de 2012

El Arco Iris y el Camaleón

Comienza así nuestra historia:

Un camaleón orgulloso, que se burlaba de los demás por no cambiar de color como él. Pasaba el día diciendo: ¡Que bello soy!.

¡No hay ningún animal que vista tan señorial!.

Todos admiraban sus colores, pero no su mal humor y su vanidad.

Un día, paseaba por el campo, cuando de repente, comenzó a llover.

La lluvia, dio paso al sol y éste a su vez al arco iris.

El camaleón alzó la vista y se quedó sorprendido al verlo, pero envidioso dijo: ¡No es tan bello como yo!.

¿No sabes admirar la belleza del arco iris?: Dijo un pequeño pajarillo que estaba en la rama de un árbol cercano.

Si no sabes valorarlo, continuó, es difícil que conozcas las verdades que te enseña la naturaleza.

¡Si quieres, yo puedo ayudarte a conocer algunas!.

¡Está bien!: dijo el camaleón.

Los colores del arco iris te enseñan a vivir, te muestran los sentimientos.

El camaleón le contestó: ¡Mis colores sirven para camuflarme del peligro, no necesito sentimientos para sobrevivir!.

El pajarillo le dijo: ¡Si no tratas de descubrirlos, nunca sabrás lo que puedes sentir a través de ellos!.

Además puedes compartirlos con los demás como hace el arco iris con su belleza.

El pajarillo y el camaleón se tumbaron en el prado.

Los colores del arco iris se posaron sobre los dos, haciéndoles cosquillas en sus cuerpecitos.

El primero en acercarse fue el color rojo, subió por sus pies y de repente estaban rodeados de manzanos, de rosas rojas y anocheceres.

El color rojo desapareció y en su lugar llegó el amarillo revoloteando por encima de sus cabezas.

Estaban sonrientes, alegres, bailaban y olían el aroma de los claveles y las orquideas.

El amarillo dio paso al verde que se metió dentro de sus pensamientos.

El camaleón empezó a pensar en su futuro, sus ilusiones, sus sueños y recordaba los amigos perdidos.

Al verde siguió el azul oscuro, el camaleón sintió dentro la profundidad del mar, peces, delfines y corales le rodeaban.

Daban vueltas y vueltas y los pececillos jugaban con ellos.

Salieron a la superficie y contemplaron las estrellas. Había un baile en el cielo y las estrellas se habían puesto sus mejores galas.

El camaleón estaba entusiasmado.

La fiesta terminó y apareció el color azul claro. Comenzaron a sentir una agradable sensación de paz y bienestar.

Flotaban entre nubes y miraban el cielo.

Una nube dejó caer sus gotas de lluvia y se mojaron, pero estaban contentos de sentir el frescor del agua.

Se miraron a los ojos y sonrieron.

El color naranja se había colocado justo delante de ellos.

Por primera vez, el camaleón sentía que compartía algo y comprendió la amistad que le ofrecía el pajarillo.

Todo se iluminó de color naranja.

Aparecieron árboles frutales y una gran alfombra de flores.

Cuando estaban más relajados, apareció el color añil, y de los ojos del camaleón cayeron unas lagrimitas. Estaba arrepentido de haber sido tan orgulloso y de no valorar aquello que era realmente hermoso.

Pidió perdón al pajarillo y a los demás animales y desde aquel día se volvió mas humilde.
 
Autor Desconocido

martes, 7 de febrero de 2012

Frente al Mar

1

¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma.

2

Las olas se retiran
ancas, espaldas, nucas?
pero vuelven las olas
pechos, bocas, espumas?.

3

Muere de sed el mar.
Se retuerce, sin nadie,
en su lecho de rocas.
Muere de sed de aire.

Octavio Paz

lunes, 6 de febrero de 2012

La Niña del Parque

Había una vez una niñita sentada en un parque, todos pasaban por ahí y nadie se detenía para saber que le ocurría. Vestida con un traje descolorido, zapatos rotos y sucios, la pequeña estaba sentada mirando a todo el mundo pasar.

Ella nunca trato de hablar no dijo una palabra. Muchas personas pasaron junto a ella, pero nadie se detuvo. Al día siguiente, yo decidí volver al parque a ver si la niña todavía estaba ahí en el mismo lugar en el que estaba ayer....Con la misma mirada de tristeza en sus ojos. Me dirigí hacia ella; al acercarme note que en su espalda había una joroba. Ella me miro con una tristeza tan profunda que me rompió el alma. Me senté a su lado y sonriendo le dije; ''Hola''. La pequeña me miro sorprendida y con una voz muy baja respondió a mi saludo. Hablamos hasta que los últimos rayos del sol desaparecieron. Cuando solo quedábamos nosotros dos y la oscuridad alrededor, le pregunte porque estaba tan triste. La pequeña me miro y con lagrimas en sus ojos me dijo; ''Porque soy diferente''. Yo respondí con una sonrisa: ''Lo eres''. Y ella dijo aun más triste: ''Lo sé''. Yo le dije: ''Pequeña, ser diferente no es malo. Tú me recuerdas a un ángel, dulce e inocente''. Ella me miro, sonrió y por primera vez sus ojos brillaron con la luz de la alegría. Despacio ella se levanto y dijo: ''Es cierto lo que acabas de decir?'' ''Si'', respondí, "Eres como un pequeño ángel guardián enviado para proteger a todos los que pasan por aquí'' .Ella movió su cabeza afirmativamente y sonrió. Ante mis ojos algo maravilloso ocurrió. Su joroba se abrió y dos hermosas alas salieron de allí. Ella me miro sonriente y dijo; ''yo soy tu ángel guardián''. No sabía que decir. Ella me dijo; "Por primera pensaste en alguien más. Mi misión está cumplida.'' Yo me levante y le pregunte porque nadie la había ayudado. Ella me miro y sonriendo dijo: ''Tú eras la única persona que podía verme.'' Y ante mis ojos desapareció.

Después de ese encuentro mi vida cambio drásticamente. Cuando pienses que solo te tienes a ti mismo, recuerda que tu ángel guardián esta siempre pendiente de ti.
 
Autor Desconocido

jueves, 2 de febrero de 2012

Oda a los trenes del Sur

Trenes del Sur, pequeños
entre
los volcanes,
deslizando
vagones
sobre
rieles
mojados
por la lluvia vitalicia,
entre montañas
crespas
y pesadumbre
de palos quemados.

Oh
frontera
de bosques goteantes,
de anchos helechos, de agua,
de coronas.
Oh territorio
fresco
recién salido del lago,
del río,
del mar o de la lluvia
con el pelo mojado,
con la cintura llena
de lianas portentosas,
y entonces
en el medio
de las vegetaciones,
en la raya
de la multiplicada cabellera,
un penacho perdido,
el plumero
de una locomotora fugitiva
con un tren arrastrando
cosas vagas
en la solemnidad aplastadora
de la naturaleza,
lanzando
un grito
de ansia,
de humo,
como un escalofrío
en el paisaje!

Así
desde sus olas
los trigales
con el tren pasajero
conversan como
si fuera
sombra, cascada o ave
de aquellas latitudes,
y el tren
su chisperío
de carbón abrasado
reparte
con oscura
malignidad
de diablo
y sigue,
sigue,
sigue,
trepa el alto viaducto
del río Malleco
como subiendo
por una guitarra
y canta
en las alturas
del equilibrio azul
de la ferretería,
silba el vibrante tren
del fin del mundo
como
si
se despidiera
y se fuera a caer donde
termina
el espacio terrestre,
se fuera a despeñar entre las islas
finales del océano.

Yo voy contigo,
tren, trepidante
tren
de la frontera:
voy a Renaico,
espérame,
tengo que comprar lana en Collipulli,
espérame, que tengo
que descender en Quepe,
en Loncoche, en Osorno,
buscar piñones, telas
recién tejidas, con olor
a oveja y lluvia...
Corre,
tren, oruga, susurro,
animalito longitudinal,
entre las hojas
frías
y la tierra fragante,
corre
con
taciturnos
hombres de negra manta,
con monturas,
con silenciosos sacos
de papas de las islas,
con la madera
del alerce rojo,
del oloroso coigue,
del roble sempiterno.

Oh tren
explorador
de soledades,
cuando vuelves
al hangar de Santiago,
a las colmenas
del hombre y su cruzado poderío,
duermes tal vez
por una noche triste
un sueño sin perfume,
sin nieves, sin raíces,
sin islas que te esperan en la lluvia.
inmóvil
entre anónimos
vagones.

Pero
yo, entre un océano
de trenes,
en el cielo
de las locomotoras,
te reconocería
por
cierto aire
de lejos, por tus ruedas
mojadas allá lejos,
y por tu traspasado
corazón que conoce
la indecible, salvaje,
lluviosa,
azul fragancia!

Pablo Neruda