miércoles, 31 de agosto de 2011

Las Transformaciones de Piktor

El joven Piktor ha entrado en el Paraíso y se encuentra frente a frente a un árbol que es a la vez hombre y mujer. Con veneración lo mira y le pregunta: "¿Eres acaso tú el Árbol de la Vida?" Pero cuando, en lugar del árbol, le responde la Serpiente, Piktor se vuelve para continuar su camino. Contempla todo con atención y todo le encanta en el Paraíso. Claramente presiente que se halla en el origen, en la fuente de la vida.

Ve otro árbol, que es ahora el mismo tiempo Sol y Luna. Y Piktor le pregunta: "¿Eres acaso tu Árbol de la Vida?". El Sol lo confirmo riendo; la Luna, con la sonrisa.

Flores maravillosas le contemplaron, flores de variados colores, flores que tenían ojos y caras. Algunas reían ampliamente, otras casquivanas; algunas ni se movían no reían, permanecían mudas, ebrias, hundidas en sí mismas, envueltas en su propio perfume, como sofocadas. Una flor le cantó la canción de las lilas; otra, una canción de cuna azul oscura. Una flor tenía los ojos como zafiro duro; otra le recordó su primer amor; otra, el color del jardín de su niñez, la voz de su madre y su perfume. Esta se rió, aquélla le sacó la lengua, una lengüita curva, rosada, que se le aproximó. Piktor extendió la suya para tocarla. Le encontró un sabor agrio y salvaje, a racimo y a miel y también como al beso de una mujer.

Aquí, entre todas estas flores. Piktor se sintió henchido de nostalgia y temeroso. Su corazón latió fuerte, como una campana, quemándose, tendiendo hacia algo desconocido.

Piktor vio ahora un pájaro reclinado en el pasto, refulgiendo de tal suerte que parecía poseer todos los colores. Y Piktor preguntó: "Oh pájaro! ¿Dónde se encuentra la felicidad?". "¿La felicidad? Se encuentra en todas parte: en la montaña y en el valle, en la flor y en el cristal.

El pájaro sacudió alegre sus plumas, movió el cuello, agitó la cola, guiñó un ojo y se quedó inmóvil sobre el pasto. Repentinamente se había transformado en una flor, las plumas eras hojas, las patas raíces. Piktor lo contempló maravillado.

Pero casi en seguida la flor-pájaro movió sus hojas; se había cansado de ser flor y ya no tenía más raíces. Proyectándose lánguidamente hacia arriba, se transformaba en mariposa, meciéndose sin peso, toda luz.

Piktor se maravillaba aún más. El alegre pájaro-flor-mariposa voló en círculos en torno de él, brillando como el sol; se deslizó hacia la tierra y, como un copo de nieve, quedóse sus alas luminosas, y, de inmediato, se transformó en cristal, de cuyo canto irradiaba una luz rojiza. Maravillosamente brilló entre la hierba, como campanas que tocas para una fiesta.

Así brilló la joya.

Más parecía ya que su fin se acercaba, que la tierra la atría, y la piedra preciosa fue disminuyendo con rapidez, como si quisiera hundirse bajo la hierba.

Entonces Piktor, llevado por un deseo imperioso, tomó la joya entre sus manos y la retuvo. Con fervor miró su luz mágica; traspasa su corazón una añoranza por todas las venturas.

Piktor temió perder la oportunidad de alcanzar su felicidad. Con premura dijo la secreta palabra. Y se transformó en un árbol. Porque árbol era lo que Piktor siempre había añorado ser. Porque los árboles están llenos de calma, fuerza y dignidad.

Creció hundiendo sus raíces en la tierra y extendiendo su copa hacia el cielo. Hojas y ramas nuevas surgieron de su tronco. Era feliz con ello. Sus raíces sedientas absorbieron el agua de la tierra, mientras las hojas se mecían en el azul del cielo. Insectos vivían en su corteza y a sus pies se cobijaron las liebres y el puerco espín.

En el Paraíso, alrededor suyo, la mayoría de los seres y las cosas se transformaban en la corriente hechizada de las metamorfosis. Vio fieras que se cambiaron en piedras preciosas o que partieron volando como pájaros radiantes. Junto a sí, varios árboles desaparecieron de improviso; se habían vuelto vertientes; uno se hizo cocodrilo, otro se fue nadando, lleno de gozo, transformado en pez. Nuevas formas, nuevos juegos. Elefantes trasmutaron sus vestidos en rocas, jirafas se convirtieron en monstruosas flores.

Pero él, el Árbol-Piktor, siempre se quedó igual; no podía transformarse más. Desde que se dio cuenta de ello, desapareció su felicidad y, poco a poco, comenzó a envejecer, tomando el aspecto cansado, serio y ausente que se puede observar en muchos árboles antiguos.

También los caballos y los pájaros, también los seres humanos y todas aquellas criaturas que han perdido el don de la renovación, se descomponen con el tiempo, pierden su belleza, se llenan de tristeza y preocupación.

Una vez, una niña muy joven se perdió en el Paraíso. Su pelo era rubio y su traje, azul. Cantando y bailando, llegó junto al Árbol-Piktor. Más de un mono inteligente se rió destemplado detrás de ella; más de un arbusto le rozó el cuerpo con sus ramas; más de un árbol le arrojó una flor o una manzana, sin que ella lo notase. Y cuando el Árbol-Piktor vio a la niña, fue presa de una desconocida nostalgia, de un inmenso deseo de felicidad. Sentía como si su propia sangre le gritara: "Reflexiona, recuerda hoy toda tu vida, descubre su sentido! Si no lo haces, será ya tarde y nunca más vendrá la felicidad".

Y Piktor obedeció. Recordó su pasado, sus años de hombre, su partida hacia el Paraíso y, en especial, aquel momento que precedió a su transformación en árbol, aquel maravilloso instante cuando aprisionara la joya mágica entre sus manos. En aquel entonces, como todas las metamorfosis le eran posibles, la vida latía poderosamente dentro de él. Se acordó del pájaro que había reído y del árbol Sol y Luna. Le pareció descubrir que entonces olvidó algo, dejó de hacer alguna cosa y que el consejo de la Serpiente le había sido fatal.

La niña escuchó el ulular de las hojas del Árbol-Piktor, moviéndose en marejadas. Miró a lo alto y sintió como un dolor en el corazón. Pensamientos, deseos y sueños desconocidos se agitaron en su interior. Atraída por estas fuerzas, se sentó a la sombra de las ramas. Creyó intuir que el árbol era solitario y triste, al mismo tiempo que emocionante y noble en su total aislamiento. Embriagadora sonaba la canción de los murmullos en su copa. La niña se reclinó sobre el tronco áspero, sintió como se conmovía y un estremecimiento igual la recorrió. Sobre el cielo de su alma cruzaron nubes. Lentamente cayeron de sus ojos lágrimas pesadas. ¿Qué era esto? ¿Por qué el corazón deseaba hasta casi romper el pecho, tendiendo hacia un más allá, hacia aquél, el bello solitario?.
 
El Árbol-Piktor tembló hasta sus raíces, con vehemencia acumuló todas las fuerzas de su vida, dirigiéndolas hacia la niña en un deseo de unirse a ella para siempre. Ay, que se había dejado engañar por la Serpiente y era ahora sólo un árbol! Que ciego y necio había sido! ¿Tan extraño para él fue el secreto de la vida? No, porque algo había presentido oscuramente entonces! Y con enorme tristeza recordó al árbol que era hombre y mujer.
 
Entonces un pájaro se aproximó volando en círculos, un pájaro rojo y verde. La niña lo vio llegar. Algo cayó de su pico. Luminoso como un rayo, rojo como la sangre o como una brasa, precipitándose en la hierba, iluminándola. La niña se inclinó para recogerlo. Era un carbúnculo, una piedra preciosa.
 
Apenas tomó la piedra en sus manos, cumplióse el deseo del cual su corazón hallábase colmado. Extasiada, fundióse e hízose una con el árbol, transformándose en una fuerte rama nueva, k creció con rapidez hacia los cielos.
 
Ahora todo era perfecto y el mundo estaba en orden. Únicamente en este instante se había hallado el Paraíso. Piktor ya no era más un árbol viejo y preocupado. Y Piktor cantó fuerte, en voz alta: "Piktoria! Victoria!". Se había transformado, pero alcanzando la verdad en la eterna metamorfosis; porque de un medio se había cambiado en un entero.
 
De ahora en adelante podría transformarse tanto como lo deseara.
 
Para siempre deslizóse por su sangre la corriente hechizada de la Creación, tomando así parte, eternamente, en la creación que a cada instante se renueva. Fue venado, pez, hombre y serpiente, nube y pájaro; pero en cada forma se hallaba entero, en cada imagen era una pareja, dentro de sí tenía al Sol y a la Luna, era hombre y era mujer. Como río gemelo deslizábase por los países; como estrella doble, en el alto cielo.
 
Herman Hesse

viernes, 26 de agosto de 2011

Los Tres Mandamientos

Cada uno "es" lo que guarda su corazón. Si alguien guarda amor vivirá de acuerdo a ese sentimiento y lo donará sólo con existir; en cambio, si alguien guarda tristezas, rencores, y obscuridad en su corazón también se notará como si lo llevará pegado en la frente, pues actuará conforme a lo que dicte su corazón.

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Estos mandamientos deben pasarse a todos aquellos que están listos para ver, para hablar, para ser Mi palabra.

Como un hombre piensa en su corazón, así es. A medida que piensa en estos mandamientos, los vive y cuando los hace parte de sí mismo, un nuevo mundo está esperando para abrirse ante él.

Concéntrate completamente en Mis maravillas; están a tu alrededor. Comienza desde los cimientos de tu ser y edifica Mi templo de Luz, Amor y Sabiduría. Observa lo crecer día a día, obsérvalo florecer. Ve su belleza y deja que tu corazón cante todo lo que ves. Atesora Mi palabra y hazla vivir. No aceptes sino lo perfecto. Planta la semilla del Amor en cada corazón; nútrela y obsérvala crecer hada la perfección.

Trae Mi Cielo a esta Tierra.

Los tres Mandamientos para la Nueva Era.

VE AMOR
HABLA AMOR
SE AMOR

VE LUZ
ENVÍA LUZ
SE LUZ

VE VERDAD
HABLA VERDAD
SE VERDAD.

Eileen Caddy

jueves, 25 de agosto de 2011

El Trencito

Mi trencito
de madera
donde quiera
va a correr.

No se cansa
ni descansa
chu-cu chu-cu,
por el riel.

Es de carga
y es expreso,
muy travieso
por doquier.

Baja, sube
y echa humo
como nubes
de algodón.

De repente,
insolente,
echa nubes
de carbón.

Se alborotan
los caballos
y las vacas
al pasar.

¡Los boletos
de primera!
¡Los boletos
de tercera!

Y la gente,
de repente
se comienza
a preparar.

La campana
les avisa
que de prisa
hay que bajar.

Y, en mi sueño,
soy el dueño,
chu-cu chu-cu,
de este tren.

Autor Desconocido

miércoles, 24 de agosto de 2011

Las Cartas

Para escribir una carta
se necesita papel,
lapicero, pluma, tinta
y una estampilla también.

La letra debe ser clara,
redonda o de estilo inglés,
parejita y que, sin manchas,
todos puedan entender.

La dirección, muy exacta:
que no le llegue a José
una carta dirigida
a un señor don Bernabé.

Es cosa muy conveniente,
detrás del sobre, poner
el nombre del remitente
y el domicilio también.

Por muy curiosas que sean
Merceditas o Raquel,
no deben abrir las cartas
si el sobre dice: "Manuel".

Autor Desconocido

martes, 23 de agosto de 2011

Comprensión

Mantente alerta, no bajes la mirada ni cierres los ojos cuando a tu alrededor puede que haya alguien que quizás necesite ver las cosas desde otro prisma, algo puede ser cuadrado desde un punto de vista y desde otro ángulo es circular, desde un ángulo puede ser un punto y desde otro lo ves repleto. Pero cuida, no todos somos iguales, y muchas veces para hacerle mirar desde ese otro ángulo se requiera no sólo palabras, sino primero un buen oido y una escucha activa, para ser agente de ayuda requieres también conocer tus propias limitantes, tus debilidades y sensibilizarte, pero no olvides quien eres tú, de lo contrario te confundirás con el otro y no podrás ayudar.

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Mantén tu mano extendida para que aquellos que lo necesiten puedan asirla y sean ayudados en situaciones difíciles de la vida. Cuando hayas cruzado esas situaciones de dificultad y estés parado en el otro lado, puedes ser de ayuda para aquellos que se encuentren en el mismo camino.

El pionero siempre tiene la tarea más dura. Una vez que ha pasado sobre el abismo o ha superado esa ascensión difícil, hace la tarea más fácil para aque­llos que lo siguen. Si mantiene firme su mano para ayudar a cruzar a sus semejantes, puede empezar con ellos la próxima parte de su viaje.

¡Cuan necesaria es una profunda comprensión y sensibilidad! Pisa suavemente y, sin embargo, con confianza. Asegúrate de que sabes adónde vas y que estás yendo allí. Que haya un propósito y un plan presente en todo lo que haces y todo lo que dices. Que no se malgasten palabras. Las palabras tienen gran poder; úsalas con cuidado y con sabiduría. Ten fe y confianza cuando extiendas una mano a un alma que lo necesita. Tú ayudarás a esa alma, no por tu propia fuerza sino por la Mía. Haz todo Conmigo.

Hay mucho trabajo que hacer con muchas almas necesitadas. No les fallarás. Mantente cerca de Mí.

Algunos saltarán aquel abismo simplemente soste­niendo tu mano, otros necesitarán una soga, otros un puente. Se precisa gran paciencia y comprensión. Alienta, sí, pero nunca en ningún momento fuerces a nadie a dar un paso si él no está completamente listo.

Tu radar debe estar trabajando sin pausa, nunca lo apagues. Permanece en paz.

Eileen Caddy

lunes, 22 de agosto de 2011

El Arco Iris y el Camaleón

Un camaleón orgulloso, que se burlaba de los demás por no cambiar de color como él. Pasaba el día diciendo: ¡Que bello soy!. ¡No hay ningún animal que vista tan señorial!.

Todos admiraban sus colores, pero no su mal humor y su vanidad. Un día, paseaba por el campo, cuando de repente, comenzó a llover. La lluvia, dio paso al sol y éste a su vez al arco iris.

El camaleón alzó la vista y se quedó sorprendido al verlo, pero envidioso dijo: ¡No es tan bello como yo!.

¿No sabes admirar la belleza del arco iris?: Dijo un pequeño pajarillo que estaba en la rama de un árbol cercano. Si no sabes valorarlo, continuó, es difícil que conozcas las verdades que te enseña la naturaleza. ¡Si quieres, yo puedo ayudarte a conocer algunas!.

¡Está bien!: dijo el camaleón.

Los colores del arco iris te enseñan a vivir, te muestran los sentimientos.

El camaleón le contestó: ¡Mis colores sirven para camuflarme del peligro, no necesito sentimientos para sobrevivir!.

El pajarillo le dijo: ¡Si no tratas de descubrirlos, nunca sabrás lo que puedes sentir a través de ellos!. Además puedes compartirlos con los demás como hace el arco iris con su belleza.

El pajarillo y el camaleón se tumbaron en el prado. Los colores del arco iris se posaron sobre los dos, haciéndoles cosquillas en sus cuerpecitos.

El primero en acercarse fue el color rojo, subió por sus pies y de repente estaban rodeados de manzanos, de rosas rojas y anocheceres.

El color rojo desapareció y en su lugar llegó el amarillo revoloteando por encima de sus cabezas. Estaban sonrientes, alegres, bailaban y olían el aroma de los claveles y las orquideas.

El amarillo dio paso al verde que se metió dentro de sus pensamientos. El camaleón empezó a pensar en su futuro, sus ilusiones, sus sueños y recordaba los amigos perdidos.

Al verde siguió el azul oscuro, el camaleón sintió dentro la profundidad del mar, peces, delfines y corales le rodeaban. Daban vueltas y vueltas y los pececillos jugaban con ellos. Salieron a la superficie y contemplaron las estrellas. Había un baile en el cielo y las estrellas se habían puesto sus mejores galas. El camaleón estaba entusiasmado.

La fiesta terminó y apareció el color azul claro. Comenzaron a sentir una agradable sensación de paz y bienestar. Flotaban entre nubes y miraban el cielo. Una nube dejó caer sus gotas de lluvia y se mojaron, pero estaban contentos de sentir el frescor del agua. Se miraron a los ojos y sonrieron.

El color naranja se había colocado justo delante de ellos. Por primera vez, el camaleón sentía que compartía algo y comprendió la amistad que le ofrecía el pajarillo. Todo se iluminó de color naranja. Aparecieron árboles frutales y una gran alfombra de flores.

Cuando estaban más relajados, apareció el color añil, y de los ojos del camaleón cayeron unas lagrimitas. Estaba arrepentido de haber sido tan orgulloso y de no valorar aquello que era realmente hermoso.

Pidió perdón al pajarillo y a los demás animales y desde aquel día se volvió más humilde.
 
Iris Margarita Menchaca Osuna

lunes, 8 de agosto de 2011

Ven Conmigo

Yo haré que el ocaso brille más para ti
haré el tonto, si te saco una sonrisa
voy a tratar de hacerte reír,
si veo una lágrima en tus ojos.

Después de todo se dice,
después de todo se hace
lo hago todo por ti.

Ven conmigo, cierra tus ojos
coge mi mano, todo irá bien
No tengas miedo, no seas tímido
levanta tu cabeza, todo irá bien.

Yo haré que las estrellas brillen más para ti
y te pondré sobre mis hombros, para que estés alto
yo perseguiré el arco iris a lo largo del cielo

A través de los ojos de la inocencia
tú encontrarás, tú verás
que todo en esta vida tiene sentido
y tú no lo verás, pero si miras adentro, muy adentro

Yo haré que los días duren más para ti
desde el amanecer, hasta el ocaso, hasta el fin del tiempo
yo te mantendré seguro, te alejaré de toda angustia.

Phil Collins

miércoles, 3 de agosto de 2011

Sueña!

Cuando alguien evoluciona también evoluciona todo a su alrededor.

Cuando tratamos de ser mejores de lo que somos, todo a nuestro alrededor también se vuelve mejor.

Eres libre para elegir, para tomar decisiones, aunque sólo tú las entiendas. Tomas tus decisiones con coraje, desprendimiento y, a veces, con una cierta dosis de locura.

Sólo entenderemos la vida y el Universo cuando no buscamos explicaciones. Entonces todo queda claro.

Aprender algo significa entrar en contacto con un mundo desconocido. En donde las cosas más simples, son las más extraordinarias.

Atrévete a cambiar, desafíate, no temas a los retos. Insiste una, y otra, y otra vez. Recuerda que sin fe, se puede perder una batalla que ya parecía ganada. No te des por vencido. Acuérdate de saber siempre lo que quieres y empieza de nuevo. El secreto está en no tener miedo a equivocarnos y de saber que es necesario ser humilde para aprender.

Ten paciencia para encontrar el momento exacto y congratúlate de tus logros.

Y si esto no fuera suficiente... analiza las causas e inténtalo con más fuerza!!!

El mundo está en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir esos sueños.

Autor Desconocido